14 may 2013

cinco notas sobre el bipartidismo





1. El bipartidismo es sólo un síntoma. El PPSOE es la marca blanca de la coalición de élites económicas y sociales que ha dominado la política española desde la Transición. Cuando le preguntaron a Margaret Thatcher cuál había sido su mayor logro político respondió: “Tony Blair”. No era ninguna bravata. Thatcher logró que el neolaborismo adoptara la mayor parte de su programa. En España eso nunca ha sido necesario. Felipe González asumió el programa neoliberal con un entusiasmo atlético. Sencillamente ahora se nota más porque la economía se ha hundido. La verdad es que las políticas económicas del PP y el PSOE han sido de una continuidad extrema y ese es el sentido de la alternancia entre ambas siglas.

2. El bipartidismo es una consecuencia directa del sistema electoral español, que fue diseñado con ese objetivo por el postfranquismo. Básicamente es una estrategia para excluir de la toma de decisiones políticas cualquier medida que cuestione el estatus y los beneficios materiales de las élites. En las tres últimas décadas ha habido encendidas polémicas sobre el aborto o el terrorismo, pero ni una sola palabra sobre la transformación de nuestro sistema fiscal para que los ricos literalmente no paguen impuestos. Esa es la causa del deterioro de la vida política, no el hecho de que solo haya dos partidos con opciones de gobierno. Las cosas pueden continuar igual en escenarios más plurales e inestables, como el vodevil italoargentino que se avecina: una sucesión de escándalos que convenza a la gente de la oportunidad de un paréntesis tecnocrático, o sea, de que gobierne directamente la oligarquía económica sin la pantalla de humo del bipartidismo.

3. Tal vez deberíamos probar a preguntarnos en serio para qué sirve una democracia. La democracia es una apuesta radical por la igualdad, no un servicio universal de atención al cliente. Tiene algo de locura, si uno se para a pensarlo. Significa que el majadero ese del Porsche Cayenne, la tía que suelta a un par de pitbulls en un parque con niños o los canis del centro comercial tienen el mismo derecho a intervenir en la vida pública que tú. La izquierda histórica supo procesar esa idea escandalosa para que resultara factible y deseable. Identificó una coalición de intereses de todos los trabajadores y creó afinidades comunitarias muy intensas. No creo que ese programa se pueda recuperar sin más, pero tenemos que reemplazarlo por propuestas antielitistas igualmente ambiciosas.

4. Da la impresión de que ahora mismo mucha gente está dudando. Por una parte seguimos aferrados a la fantasía de la clase media que nos han inculcado Los Serrano y El Corte Inglés. Esa idea de que si estudias mucho o trabajas en serio o te compras unas gafas de pasta y aprendes inglés te vas a librar de la pobreza y de los caprichos del mercado laboral. De los restos de esas falsas promesas que han constituido el núcleo del programa del PPSOE se está nutriendo, sobre todo, UPyD. Por otra parte, hay señales que anuncian un nuevo antielitismo. Nos estamos dando cuenta de que una hipoteca usuraria, un segundo coche o la ropa cara y ridícula no alteran nuestra situación social. Pero aún es una tendencia muy tibia. Incluso lo expresamos en términos cuantitativos: somos el 99%. Como si sólo fuera una cuestión numérica, una especie de error contable a la hora de atribuir los costes y beneficios de la vida social. Y no es así. El igualitarismo nos debería transformar por completo, porque tiene que ver con la comprensión de que la construcción del espacio público democrático es un extraño cóctel de autonomía, fraternidad y ayuda mutua.

5. Me temo que es algo que ha entendido muy bien la extrema derecha, que está manipulando y degradando esas pulsiones igualitarias. Todo el mundo se ríe de los neonazis griegos en vez de preguntarse por qué mucha gente normal apoya a esos payasos con pinta de extras de un vídeo de Rammstein. La nueva extrema derecha hace un análisis erróneo y malvado de la situación de los trabajadores y propone soluciones inmorales y estúpidas, pero al menos no se desentiende de esos problemas. Los partidos y sindicatos mayoritarios no sólo nos han vendido un mundo de ilusiones meritocráticas sin relación con la vida de la mayoría, por el camino han deslegitimado el proyecto igualitarista de la izquierda no institucional.

César Rendueles
profesor en el Departamento de Teoría Sociológica de la Universidad Complutense de Madrid.-
1-Mayo-2013

No hay comentarios :